Fundar como vocación: "encuentro" con Pío Serrano

Cómo lo conseguimos, pues, bueno, la idea de todo lo que habíamos pensado se podía resumir en esto: los cubanos tenemos un problema serio, no tenemos un territorio donde podamos reunimos y encontrarnos para debatir, incluso aquello que nos separa, aquello que nos divide, aquello que nos opone unos frente a los otros. Cuando presentamos el primer número en la Fundación Ortega y Gasset, se produjo algo que revela lo que nosotros justamente habíamos soñado con respecto a la política interior española, y es que en ese acto intervinieron, entre otras personas, dos diputados españoles: un diputado del Partido Socialista y un diputado del Partido Popular. Y puedo decirte, ya a estas alturas da igual porque ya los dos gobiernos de Aznar han pasado, que en esos periodos fue cuando mayor cantidad de revistas pudimos enviar a Cuba a través de los servicios culturales de la embajada española, que trataba la revista como lo que era, como un vehículo cultural. Luego, con el tiempo, me pareció excesivamente declarativa esa escritura, excesivamente manifiesta, y me pareció que aquello iba o bien contra la evolución de mi propia manera de estar en el mundo, o bien que me había acomodado a una dicción que no era la mía, y poco a poco esa escritura declarativa se fue convirtiendo, cada vez más, en una poesía de fricción, en una poesía que lo que pretendía era tocar transversalmente la realidad, depositar determinados asombros, determinadas perplejidades, sin producir exploraciones que a mí me parecían que eran objeto más de otros géneros, la narrativa, el ensayo, y así cada vez he ido reduciendo más la escritura de mis poemas hasta prácticamente convertirse en silencios.