Caballos, calles, trato, cumplimiento

En contraste con el que mi amigo experimentaba, mi placer andariego por una ciudad de la que uno llega, si vive en ella muchos años, a no ejercer mas que unos cuantos sitios; y aun de ellos, a no percibir una evolución cuya novedad amengua y disipa la costumbre de verlos a diario (como no siente uno...

Ausführliche Beschreibung

Gespeichert in:
Bibliographische Detailangaben
Veröffentlicht in:Guaraguao (Barcelona, Spain) Spain), 2004-07, Vol.8 (18), p.161-167
1. Verfasser: Novo, Salvador
Format: Artikel
Sprache:spa
Schlagworte:
Online-Zugang:Volltext
Tags: Tag hinzufügen
Keine Tags, Fügen Sie den ersten Tag hinzu!
Beschreibung
Zusammenfassung:En contraste con el que mi amigo experimentaba, mi placer andariego por una ciudad de la que uno llega, si vive en ella muchos años, a no ejercer mas que unos cuantos sitios; y aun de ellos, a no percibir una evolución cuya novedad amengua y disipa la costumbre de verlos a diario (como no siente uno crecer a sus hijos, ni envejecer a sus padres, ni advierte la progresiva madurez de un botón que amanece rosa, y que acaba por transmutarse en fruto y en semilla), era un placer doble cuya sorpresa se nutría en mis recuerdos, y su contento en la comprobación de su prosperidad- como cuando uno ha dejado de ver a una persona querida, pero sabe que vive, y un día la encuentra, hermosa, rica, feliz. ¿Tendríamos tiempo para recorrer, para admirar, para vivir toda la ciudad? Mis recuerdos son inciertos en ese aspecto; pero sospecho que a causa de una involuntaria especialización en que incurrieron las carretelas de bandera roja, las señoras decentes se abstenían de montar en ellas, por temor de ser confundidas con las que -en esa época hogareña, que asignaba a la mujer su sitlo en la clausura de su casa- eran, sea dicho con perdón, de la calle, y por ella exhibían un descocado, provocativo maquillaje de albayalde y fuchina roja, mientras instalaban su exuberancia sobre los luidos coj ines negros de las carretelas coloradas. Exiliados por chaqueteo, arruinados por la política o -lo que era ciertamente menos frecuente- muertos glorlosamente en campaña, los generales se extinguían, y sus choferes, dueños a la vez de una técnica y de unos ahorros, se compraban un coche propio, un enemigo de las carretelas de bandera, que les permitiera alquilarlo y dispensar la apetecida velocidad del desplazamiento popular al mayor número posible de ciudadanos y a un preclo módico. La similitud de sus funciones con las desempeñadas por una policía que por 1921 se volvió "técnica" a causa de que cambió de uniforme, hizo por mucho tiempo oscilar en la indecisión la indumentaria de unos agentes de tránsito que la han lucido azul, gris rata, otra vez azul, y por fin, parece que ya definitivamente, de una elegante combinación de paños beige y café.* No sólo, al parecer, los nombres que las siguen, sino también las profesiones, alcanzan una madurez, llegan a instalarse en una austeridad que por la ley natural del crecimiento, de la ciudadanía de la ciudad, hoy caracteriza a unos agentes y motociclistas de tránsito que han abandonado el acuteo, y que cuentan en la domesticación ya casi totalme
ISSN:1137-2354