Estallido social: elementos para una genealogía de las violencias

Esta se puede comprender como un conjunto de procesos de larga data que condensan una parte de las dinámicas presentes en las sociedades latinoamericanas y que con el estallido han quedado expuestas: el empobrecimiento sistemático de las poblaciones y la matriz cultural del racismo y el sexismo, imbricados a un clasismo de corte supremasista, convergen en líneas de fuerza que dan vida y sentido tanto a las formas de Estado como a los modos en que nos relacionamos cotidianamente. La legitimidad, el monopolio y las víctimas Por otro lado, las visibilizaciones y nuevas sensibilidades abiertas y promovidas por la protesta social, y su imbricada violencia popular, también nos remiten a fenómenos interesantes de abordar: el Estado, en su ejercicio de mantener -vía mandato legal- el orden público, ha activado un doble proceso de crítica. Sobre la situación en Chile, Human Rights Watch informó que "desde que comenzaron las manifestaciones y hasta el 21 de noviembre, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (indh) presentó ante el Ministerio Público 442 querellas en representación de víctimas de presuntas lesiones, tratos crueles, torturas, abusos sexuales, homicidios y tentativas de homicidios atribuibles a fuerzas de seguridad". Figura paradójica, enarbolada durante el siglo xx, que recorre la díada del reconocimiento y la sospecha (Gatti), las víctimas se presentan como una construcción en disputa, sujeto a las etiquetas y a la apropiación por parte de los/as afectados, en tanto uno de sus nudos problemáticos estriba en que el sistema judicial construye "víctimas pasivas" al tiempo que, por un lado, su figura es relevada por agendas políticas y comunicacionales y, por otro, de suponer en material legal-penal un trato de derecho; de hecho, la práctica judicial entrega la posibilidad de objetivar posiciones, designar lugares de visibilización y sentidos (Arensburg).