CONCURSO DE ENSAYOS

Algunos años atrás, cuando caminaba por las calles del Centro de Lima, me topé con un vagabundo que parecía estar medio loco por la forma cómo vestía. Andaba gritando por las calles su inmenso amor por Dios. En ese momento me quedé mudo, no podía creer lo que veía. Le gritaba al mundo, a sus hermano...

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Veröffentlicht in:Revista educa UMCH 2016-12, Vol.8, p.173-177
1. Verfasser: Rubio Morales, Ricardo A.
Format: Artikel
Sprache:eng
Online-Zugang:Volltext
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Zusammenfassung:Algunos años atrás, cuando caminaba por las calles del Centro de Lima, me topé con un vagabundo que parecía estar medio loco por la forma cómo vestía. Andaba gritando por las calles su inmenso amor por Dios. En ese momento me quedé mudo, no podía creer lo que veía. Le gritaba al mundo, a sus hermanos, que se amaran y que no se dejaran llevar por el supuesto “dios dinero”. Me acerqué para escuchar más lo que decía: “Algún día todos tendrán que morir, dejarán este mundo plagado placeres y de injusticas, y no se llevarán ni sus autos, ni sus lujos, ni sus joyas; tal vez muera mañana, tal vez ustedes lo hagan también, es hora de arrepentirse y regresar con Dios, porque él los ama de verdad y siempre estará dispuesto a perdonarnos”. Ese día, aquel vagabundo alzó su voz por muchos, aquellos que son explotados, aquellos que mueren de hambre, aquellos que sufren en silencio en este mundo lleno de dolor y angustia, aquellos que ya no tienen ni fuerza para llorar. Gritaba al mundo un cambio, nos invitaba a ser parte de ello, nos invitaba a ser compasivos y solidarios, pero nadie lo escuchaba… solo lo ignoraban y seguían caminado. Los verdaderos locos aquel día fuimos nosotros, los que pasamos frente a él, lo escuchamos y sabiendo que tenía razón, no hicimos nada. Ese día callamos las injusticas que vive nuestra sociedad. Lo que más me duele al recordar aquel suceso, es que en aquel entonces estaba totalmente desequilibrado, pues vi a muchos de mis hermanos sufrir por hambre, por frio, vi a muchos apuñalarse entre sí por dinero, me alejé de todos ellos, dejé que muriesen, los dejé sufrir solos, ¡Y solo seguía caminado!, no quería ver ni oír, estaba bien y eso fue lo único que me importó. Aquel día frente al altar de Dios, caí de rodillas y comencé a llorar, lloré por todo lo que callé, por negarme a estar con él, por aprovecharme de los demás. En aquel momento en mi cabeza solo aparecieron personas que sufrían por hambre, los explotados, sentí tanto dolor, que creo que nunca podré olvidarlo. Ese día lloré por mis hermanos que sufrían, y en mi interior me preguntaba cómo era posible de que Dios pudiese soportar ver a sus hijos sufrir, llorar sangre, no lo entendía, estaba adolorido, como era posible que no hiciera nada. Si ellos lloran tu nombre - finalmente le reclame - ¡Porque no haces algo! De repente en un instante lo entendí, no sé cómo llegué ahí, pero estaba frente a él arrepentido, buscando respuestas para que no sufran mis hermanos. Me di cuenta que él me lla
ISSN:2617-8087
2617-0337
DOI:10.35756/educaumch.v8i0.49