Chirle

Se arrepentía de su inusitado entusiasmo por hacer turismo ecológico, turismo diferente, hospedaje familiar para aprender el idioma, bosque lluvioso, nuboso, tropical húmedo o nomeacuerdo tampoco qué bosque y queseyó cuántas promesas a lo Indiana Jones que en la agencia le garantizaron y la vuelta a la naturaleza y la experiencia espiritual... todo eso que en el catálogo sonaba so exciting ... precio de estudiante, todo incluido, una experiencia diferente, ¿era esto? dos semanas de evasión, le prometieron, apenas llevaba tres días y no sabía qué hacer sin su laptop, sin chequear e-mail, sin ver cnn, ni mtv, ni hbo, sin tomar cerveza en algún ruidoso bar donde la tele se confunde con la música y el ruido de los vasos y el hielo, la gente hablando y las luces... las luces, ¿cómo acá tan oscuro? y todo por llevarle la contraria a sus amigos, esa tonta apuesta y a que sí, por supuesto... Desayunó con la familia, siempre en medio de animadas conversaciones de sordos, se bañó con agua helada con palangana, -ya casi se le había pasado la impresión que le causó su primer baño con palangana el primer día que preguntó por el shower y fue conducido a un recinto sin techo y al aire libre, en cuya pared sobresalía un tubo del cual salía un chorrito, delgado como un espagueti, de agua helada como la del ice maker de la refrigeradora de su casa- hasta que un guía turístico vino a buscarlo para el paseo a caballo programado para el cuarto día. Esta otra primera impresión también le tomaría un par de días superarla : la primera vez que tenía frente a sí un animal de ese tamaño, la primera vez que veía un caballo fuera de una pantalla de la TV o del cine, en realidad era la primera vez que veía cosas en la vida real que solo en Animal Planet o Discovery Channel había visto. Una semana después, time to do laundry... y revisando su ropa, en el bolsillo derecho de los Calvin Klein jeans que usó durante los primeros días de su safari tropical, se encontró una servilleta donde la chica le había dejado una love note :